La cerveza se introdujo en Chile en los años de la Independencia. La producción masiva de la bebida despegó en la década de 1850 y para fines de siglo se consumía a través de todo el país. El presente artículo analiza las estadísticas comerciales para determinar el volumen de la importación de cerveza y la producción local, usando las importaciones de oblón como indicador, para estimar el consumo nacional. Las cifras de cabotaje, por su parte, permiten apreciar las diferencias regionales en el consumo. Otras fuentes proporcionan información sobre las cervecerías nacionales, su modernización y la tendencia a la concentración de la industria, sobre los tipos y calidades y patrones sociales de consumo.
La cerveza, bebida alcohólica producida por la fermentación de cereales malteados, principalmente cebada pero también centeno trigo y mijo, era conocida desde la antigüedad más remota. Fue un elemento importante en la dieta del Egipto de los faraones, y se mencionan diversos tipos de cerveza en los textos sumerios y acadios. Los antiguos griegos y romanos conocían la cerveza pero la apreciaban poco; en cambio, era bebida de consumo habitual en Europa Occidental y Central desde aquellos tiempos.
Si hemos de dividir las regiones de Europa entre los bebedores de vino y de cerveza, España se inserta claramente entre los primeros. Quizás por lo mismo, el consumo de cerveza en sus dominios americanos no tuvo mayor desarrollo. Como señala Arnold Bauer,
los españoles, que eran fundamentalmente bebedores de vino, introdujeron la cerveza en los inicios del período colonial. Sin embargo, la población autóctona y mestiza prefería sus propias chichas o pulque, o las innumerables aguardientes baratas que se hicieron populares en el siglo XVIII.
La difusión del consumo de la cerveza en América latina está relacionada con la presencia extranjera y el influjo de estos. Tulio Halperin Donghi señala que su atractivo para los bebedores no radicaba en
el problemático placer que proporciona esa bebida nada mejorada por un viaje largo y azaroso por mares tropicales; es sobre todo un implícito acto de fe en la superioridad de lo que es extranjero y moderno sobre lo que es tradicional y autóctono.
Bauer también incluye a la cerveza entre los productos modernos y explica su creciente popularidad tanto porque su consumo está aparejado al propósito de identificarse con la modernidad como también por el desarrollo de procesos industriales que la hacen más cada vez más accesible.
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